La Sociedad del Cansancio
Byung Chul Han (Filósofo y
ensayista surcoreano experto en estudios culturales y profesor de la Universidad
de las Artes de Berlín), dice que vivimos en la sociedad del rendimiento, donde
la utilidad es lo que importa, cada uno de nosotros se impone a sí mismo las
tareas, las demandas y en ocasiones las metas inalcanzables.
Tenemos miedo de no poder, de no
poder cumplir con lo que consideramos se espera de nosotros en la familia, en
el trabajo, con los amigos, en la comunidad y en cada uno de los diferentes
ámbitos en que nos desenvolvemos.
La gente va corriendo al
gimnasio, al supermercado, al trabajo, come corriendo y cuando termina el día
sin hablar siquiera una hora con alguien. Vivimos en una sociedad de consumo,
de velocidad, competencia, hartazgo, en donde uno llega cansado y sale cansado
de todo. Es claro que todo esto tiene un precio. Byung Chul Han dice que la
enfermedad de nuestro tiempo no será bacterial o viral, sino neuronal. Tendremos
depresión, el trastorno por déficit de atención con hiperactividad, el
trastorno límite de la personalidad y el síndrome de desgaste ocupacional
entendiéndolo como el resultado de un desgaste ocupacional crónico, exceso de
trabajo, falta de energía, desmotivación y agotamiento constante.
Lo cierto es que cada vez es más
frecuente la consulta médico o psicológica, debido a la presencia de síntomas
físicos y/o emocionales relacionados con depresión, ansiedad y trastornos de la
personalidad.
El “otro” no nos importa, no hay
diálogos o espacios para reflexionar, no tenemos tiempo para dedicárselo al “otro,
los vínculos amorosos se rompen y las interacciones se definen por la no
relación. En la sociedad del cansancio la distinción entre lo patológico y lo
normal se pierde.
Existe el cansancio de la
sociedad del rendimiento, un cansancio violento porque destruye toda comunidad,
toda cercanía e incluso todo lenguaje. Pero al mismo tiempo habla de la
existencia del cansancio que hace posible que no se detenga y se demore, que
nos permite mirar y escuchar al “otro”, menciona un cansancio fundamental que
inspira, que permite que surja el espíritu al darnos la oportunidad de lograr
un sosiego especial, un no –hacer sosegado que promueve un tiempo sin trabajo,
un tiempo de juego, que conduce a una concordancia.
Vivimos en una gran ciudad, en
una sociedad de exigencia y entonces ¿cómo podemos logar ese cansancio
fundamental?
Proponemos algunos puntos que
pueden ser útiles:
1.- Evaluemos nuestras metas. Si son
realistas y congruentes con quienes somos y con quienes compartimos la vida.
2.- Disfrutemos de momentos sin
multifuncionalidad. Si estamos en una conferencia dejemos de estar pendiente
del celular, de organizar la agenda y escribir pendientes. Simplemente escuchemos.
Aunque sea por períodos hagamos una cosa a la vez.
3.- Busquemos la convivencia con
calidad. Si estamos comiendo en familia o con amigos, dejemos los teléfonos de
lado impidiendo que la entrada de mensajes o llamadas dispersen nuestra
atención.
4.- Démonos tiempo para la oración,
la reflexión y la contemplación, desarrollando así nuestra espiritualidad.
5.- Programemos descansos que en
realidad sean un tiempo sin trabajo, pues los pocos momentos libres que tenemos
al día o a la semana los dedicamos a resolver lo atrasado.
6.- Miremos a los demás. Preguntemos
y escuchemos con atención:
¿cómo estas?, ¿cómo te fue hoy?
Iniciemos conversaciones.
7.- Utilicemos las redes sociales
como herramientas para convivencia diaria pero sin que sustituyan el misterio y
la riqueza del estar frente a frente.
Parémonos a reflexionar qué
predomina en nuestro actuar, la sociedad del cansancio por rendimiento o la del
cansancio fundamental. Y busquemos cómo equilibrar las exigencias de la vida
actual con nuestro desarrollo y satisfacción personal.
*Colección de familia a familia
Número 1
Arquidiócesis Primada de México
Comisión Arquidiocesana de
Pastoral Familiar
La Sociedad del Cansancio
Rosa María Rodríguez
Colaboración para Cenyeliztli AC
Bibliografia
Byung – Chul Han(2012). La
sociedad del cansancio. Barcelona: Herder Editorial.